lunes, 20 de septiembre de 2010

NOCHE DE BOLERO

Y sucedió una noche de esas, en las que uno deambula por la ciudad colonial, intentando cazar sabores exóticos, pasión y aventura; esa noche estaba yo, sirviendo a la antigua, de chaperona, a 2 almas enamoradas cuando de repente me encontré en el mismo lugar en que alguna vez yo misma solía robar algunos besos y caricias de amor.

Inmune a los encantos de aquel lugar con sabor ocre de lo antiguo y fresco de la noche, me distraigo con una multitud que busca distraerse en el paisaje frente al Alcázar y deleitarse en una orquesta que tocaba en una tarima improvisada, canciones del ayer.

Mirando caras extrañas, gestos, encuentros con conocidos y extraños escucho unos dedos que rasgan las cuerdas de una guitarra…

Manos expertas empiezan a tocar una melodía desconocida para mí, y una voz masculina empezó a cantar unos versos:

“Quien no sabe de amor no sabe nada”…

De repente y sin poder evitarlo, muchos recuerdos se agolparon a mi mente, de vivencias, encuentros, amor, desamor y olvido…

En ese momento rompí a llorar –sin poder evitarlo ni ocultarlo- ante el asombro de mis amigos y de extraños que me miraban despreocupados.

En ese momento, redescubrí para que son las lagrimas…