Tocaste a mi puerta,
abrí a tu llamado...
Me hablaste,
te escuché...
Sonreí y tu sonreías.
Esa noche,
sin esperar nada en especial,
ni milagros ni efectos especiales,
bailamos, sin ritmo, compás ni tiempo
bajo una luna que nos contemplaba
testigo de la chispa en nuestros ojos
y un fuego que nos quemaba muy dentro.
Breves minutos que parecieron eternos:
yo te miraba,
tu me mirabas,
ambos nos miramos y el tiempo se detuvo...
Me preguntaste si yo quería,
yo te dije que no sabía
aunque en realidad si lo sabía
porque las palabras estaban en mi cabeza
pero no bajaban a mis labios...
Luego, todo se acabó
tan rápido como empezó.
La comida terminó,
la música se detuvo
y la fiesta terminó.
No hubieron promesas,
besos ni cábalas de amor,
sólo una chispa en la mirada,
una ilusión perdida,
el recuerdo de unas fotos amarillas
perdidas en el tiempo...
Y tres palabras que aún conservo en mi mente:
Dime, ¿Te gustaría...?
Por Orly D. Rodríguez
Por Orly D. Rodríguez
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