Prólogo en el Poemario
Tempestad Del Silencio de
Mateo Morrison:
La Mudez Sonora En Los Versos
Tormentosos
Por Orly Diane Rodríguez
Introducción:
E
|
n la mudez sonora de las
tormentas internas, las que son capaces de modificarlo todo, cambiar conceptos
y trastocar el fondo de las cosas haciéndoles pronunciar sus nombres en
diferentes formas y acentos. Aquellas son las mismas que tienen la fuerza
llameante de crear y resurgir conceptos desde el fondo de las aguas, las aguas tranquilas
y claras que vienen después del silencio de una larga e intensa tempestad del
alma.
Con este nuevo concepto de
cambio y regeneración de ideas, temas y oscuros secretos, las mismas
inquietudes existenciales que han atormentado a los pensadores mortales durante
siglos y siglos nos viene Mateo Morrison, despojándose de métodos antiguos y reinventándose
cual semilla que ha vivido en espera debajo de la tierra o cual árbol que muere
y nace cada vez más renovado después de tormentas y heladas del clima de la
vida y las experiencias del vivir, con un aire nuevo, una nueva chispa juvenil
que aflora sentimientos y sensibilidades ante nuevas inquietudes del alma y el
devenir de lo incierto y el inicio de un nuevo mundo de tecnologías y
conocimientos que harían poner en duda todas las respuestas existenciales y
fundamentales que antes pensábamos poseer.
Tan joven y tan viejo, tan cálido
y tan helado, tan brillante y tan oscuro son los temas y los matices que toman
forma bajo el lápiz hábil que viene de la mano de Morrison en esta nueva hazaña
poética que le ofrece al lector.
Tempestad del silencio es un poemario que nos relata el amanecer
cataclismico cuando la civilización humana llegue al borde del caos, cuando
todo haya terminado y solo “queden
residuos de sol convertidos en bosques”, cuando el valor del tiempo sea modificado y “el día y la noche [hagan] su mudanza sin ser medidos por un reloj” todavía
quedará la esperanza del amor, la que permitirá recordar [que aún la luna existe] y no todo está perdido a la espera del
regreso o de los recuerdos del ser amado.
El autor manifiesta sus cavilaciones
profundas a partir de sus propias experiencias y lo expresa en la frase:
“Desde mi dolor callejero construyo una luz que
también piensa”.
Reflexiones meditadas a la luz
de experiencias llenas de detalles de lugar: Luz de luna, reptar por las calles, y espacios sonoros de instrumentos desconocidos.
El cambio de los tiempos y los
comportamientos modificados se dejan ver y entender en una sociedad cambiada en
valores: De patrones naturales a comportamientos artificiales y lo manifiesta al
decir:
“No
sabemos si es mejor regalar flores o decoraciones plásticas para consumar
rituales amorosos”.
El autor expresa su inconformidad,
desapego y desasosiego ante los cambios complejos y destructivamente negativos
que han convertido a la sociedad paternal, patriarcal y chapada a la antigua
que lo vio nacer en el monstruo multicéfalo y depravado que vemos hoy en día.
Desea volver atrás en el
tiempo, mira la sociedad desde la lejanía de su caverna de ideas utópicas con
extrañeza, como lo miraría un reptil que sale de su guarida a observar el mundo
exterior.
Se confiesa extraño en un
mundo sobreviviente de cataclismos sociales y culturales. Confiesa que ha
perdido la razón ante tanta absurda sinrazón, las nuevas generaciones lo verán
como un ser extraño, cavernícola de nuestras tendencias sociales, hablante de
lenguas muertas y desconocidas para la vox populis moderna.
En Textos Innombrados el
poeta nos muestra la habilidad de su pluma poética en una serie de poemas
numerados, sin nombre, abordando temas diversos empezando por el temor a lo
desconocido que se expresa en la indefinida búsqueda del ser y el no ser y el miedo
a lo incierto que se manifiesta acentuado en la vejez y nos plasma un Mateo
Morrison preocupado por el devenir, que intenta cazar momentos y situaciones de
placer estético en los sentidos y las situaciones que estimulan la paz y la
tranquilidad interior.
En sus Textos Innombrados, se
inicia con la historia poética que cuenta la inconsistencia insulsa y fugaz existencia
de un hombre de edad avanzada que pasa sus últimos días en un parque mirando la
gente pasar.
En el narrar en versos del
poeta, éste nos deleita con ésta historia de un viejo que se alberga en los bancos
de un parque, ausente así de recuerdos, ya sea por la pesadez de los años, el
caminar del tiempo, o ese mecanismo inefable que es el olvido, como una especie
de fuego devorador que no quema pero que corroe los recuerdos como el papel
ante la flama.
El aire en forma de viento que
alguna vez le provoco placeres visuales silenciosos, hoy sólo le trae una
sensación de bienestar, en la tranquila cala de su eterna monotonía existencial,
entre amnesia de recuerdos el eterno enemigo, la muerte, llama a la puerta en
su búsqueda. Morrison lo describe de la siguiente manera:
El percibirá
en su extraño mundo
que la muerte merodea
como incendio voraz
su anatomía.
Entre la pérdida indetenible
de juventud como los granos inexorables del reloj de arena del tiempo, continua
su existencia por la vida. La dura y absurda realidad se ve caracterizada por ratas multiplicadas en las aceras y la
eterna esperanza de un futuro que no llega nunca y a pesar de todo una pequeña chispa de esperanza lo
mantiene, lo expresa al decir:
Una mariposa se
pasea solitaria
y una luciérnaga
parece mantener la esperanza de que pronto
la noche cesará.
Es el silencio de una espera
lenta pero segura al inexorable camino de la muerte, un viaje seguro pero del
cual ya no habrá retornos. Ignorado por todos, notado sólo por algunos, espera
hasta la hora final el descanso eterno.
Continúa Morrison con la historia
de la anciana sin hogar que antes fue prostituta. Expone de manera sutil una
existencia en dura y fría soledad:
Comparte su supervivencia
con insectos que van migrando
hacia lugares más propicios.
Expresa una fe tardía, la de
aquellos que después de consumada la acción buscan favores divinos.
Reza, pero su iglesia es la calzada
donde antes los muchachos fisgaban
su cuerpo.
Extrae de la mente de la
protagonista reminiscencias de placeres que se encuentran de frente con la dura
realidad de vivir en las calles:
Se zambulle en el recuerdo de unos labios
que fueron fosforescentes […]
piensa que su estar en la tierra
fue demasiado fugaz.
Nos deleita el autor con las
eternas luchas del hombre y la mujer:
Enumera estrategias y armas de
mujer para socavar y apelar a la conciencia de un sentido de culpa masculino,
el cual se lamenta:
¿No son suficientes para detener tus asedios a mi
sombra?
Continua el poeta y nos aborda con el recuerdo
de juventudes perdidas en las
fotografías al decir:
Ninguna de estas imágenes se parecen a ti.
Permite que me quede con alguna de tus formas
[…] la que se desvanece con el solo intento de
mirarla.
El autor expresa la eterna
pelea entre el deber y el deseo que propugna el inicio del amor y lo expresa al
decir:
Soy un fragmento de debilidad adherido a tu cuerpo.
Lo vuelve a constatar cuando
dice:
Vitrina
donde compruebas que desfallezco.
Demuestra con sus palabras que
el ser enamorado por mucho que lo quiera disimular no lo puede ocultar. Sigue
Morrison en su peregrinación poética y nos habla de la entrega al amor de dos desconocidos,
una reacción instintiva a la química natural de dos cuerpos que se atraen.
El amor siempre involucra
intenciones específicas. Es el encuentro ansiado y esperado con el ser amado lo
que produce el deseo creciente, como una droga, de más y más encuentros hasta
lograr sus objetivos deseados. Nos lo expresa en los siguientes versos:
El abrazo que ensayamos anoche, no logro el efecto
deseado.
Debemos ejercitarnos con una disciplina que produzca
lloviznas.
Es quizás un abrazo mojado,
La solución que espera esta sequia.
Luego recurre en un poema al
mito de pedir un deseo anhelante a una estrella (sin obtener resultados); está implícito
pero lo refleja al decir:
Desde mi aliento dispare tu nombre a una estrella.
En este punto y para seguir
explicando el tema del poema que sigue hagamos una breve pausa para explicar la
siguiente nota interesante:
Hay ciertos espacios imaginarios
propios del mundo interior del autor.
Podríamos en la poesía de
Morrison imaginar cualquier cosa: Un graffiti en un edificio en la ciudad, el
atardecer en el campo verde de abril, el cielo estrellado en un banco de un
parque, pero solo quien lo escribe es capaz de decodificar con sentido completo
esas notas sueltas que bailan al compás de la musicalidad del poema pero cuyo
sentido propio y secreto solo el autor conoce aunque el lector le busque un
sentido y lo haga propio, lo haga suyo.
Hemos llegado al punto de
tocar el tópico del artista y su arte. Nos encontramos en el poemario con la muerte
sonora en versos: El deceso de un poeta y su resurrección en sus versos.
Puntos y aparte, en el argot
popular se dice que las cosas dejadas al tiempo tienden a agrandarse: Causas,
odios, intrigas, rencores y hasta secretos. El poema a continuación en el
poemario lo expresa. Y todo empieza por un punto, una pequeña herida que es
capaz de crecer y convertirse en ríos y mares.
Más adelante, vemos un poema
con un tema de reflexión: En espera de la muerte, hay que aguardarla con
nuestros mejores atavíos y en el más pobre de los casos, con las mejores
cualidades que nos dió la vida.
Luego continúa con el tema del
proceso de transmutación del campo en las ciudades: Anhelo por los espacios y
naturaleza perdidos.
Termina el libro con una
incursión en la zona de trabajo de los poetas:
Explica qué es el Poetizar:
Hacer arte con las palabras. Proceso
de fabricación y ensamblaje de la palabra desde la elección de los materiales
(tema, fondo y forma) hasta la edición de los mismos pasando por los estados de
euforia y depresión que son capaces de abstraernos muchos días y noches
seguidas, violando incluso nuestros propios ritmos circadianos de vida. Lo
constata el poeta al decir:
Mezclar la borrosa noche con el esplendor del día.
El autor elige terminar la
obra de arte con la elección del título del mismo.
En conclusión, esta nueva
propuesta de Mateo Morrison, que va de la mano de las nuevas tendencias de la
vanguardia poética nos da nuevas pinceladas al perfil poético de un poeta,
escritor, abogado y gestor cultural con una amplia trayectoria de vida y de
trabajo que decide al cambio de los tiempos reinventarse y recrearse para
dejarnos degustar y paladear su arte y su talento mostrando sus versos para no
dejarlos morir en el olvido. Dejamos pues Tempestad
del Silencio en sus manos para su disfrute.
Sea usted mismo, el jurado.
Links:
No hay comentarios:
Publicar un comentario